No creo que pueda expresar con palabras, y menos aun redactar, lo que sentí al ver los primeros huevos de mis colorines en el nido, algo que llevaba sospechando varias semanas desde que comprobé que el nido lo habían tomado y estaba muy bien formado.
Cinco huevos, cinco esperanzas que el día que partí para Madrid a encontrarme con Gonzalo para nuestro viaje a Alemania no esperaba que fueran tan fértiles.
El día que fui a visitar a mis Abuelos a Granada vi un trozo de cáscara de huevo en la otra punta de la voladera , junto al estanque, por lo que, no sin contener la emoción, antes de ni siquiera sentarme en su salón ya comunique a mi Abuelo que “han nacido los colorines”. Al día siguiente comprobé que habían sido dos.
Ahora van tres pero uno creo que muy retrasado, y dos huevos sin eclosionar.
La alegría, momentánea pues estoy cruzando los dedos cada vez que voy a verlos, creo que no puede ser mayor, no hay pájaro que mas me guste ni que tuviera mas ganas de criar que el colorín.
Por eso que tengo que contener la alegría, y pese a intentar hacerlo de la mejor forma, creo que me precipité al anillar los dos pollos mas grandes el otro día; uno casi fallece por mi gran idea, pues los padres lo arrojaron del nido y menos mal que lo encontré justo a tiempo y lo devolví sano y salvo. Dos días después sigue vivo. Creo que no fue buena idea y por ahora no voy a intentarlo mas, por lo menos esta nidada, en sucesivas ya veremos.
Así que el primer colorín (machote, espero) que salga tiene ya dueño, mi Abuelo Antonio, que espero lo disfrute muchos años.
Yo seguiré cuidándolos como tan buen resultado creo me está dando. Y disfrutándolos, mientras pueda, toda mi vida, como mi Abuelo.
Cinco huevos, cinco esperanzas que el día que partí para Madrid a encontrarme con Gonzalo para nuestro viaje a Alemania no esperaba que fueran tan fértiles.
El día que fui a visitar a mis Abuelos a Granada vi un trozo de cáscara de huevo en la otra punta de la voladera , junto al estanque, por lo que, no sin contener la emoción, antes de ni siquiera sentarme en su salón ya comunique a mi Abuelo que “han nacido los colorines”. Al día siguiente comprobé que habían sido dos.
Ahora van tres pero uno creo que muy retrasado, y dos huevos sin eclosionar.
La alegría, momentánea pues estoy cruzando los dedos cada vez que voy a verlos, creo que no puede ser mayor, no hay pájaro que mas me guste ni que tuviera mas ganas de criar que el colorín.
Por eso que tengo que contener la alegría, y pese a intentar hacerlo de la mejor forma, creo que me precipité al anillar los dos pollos mas grandes el otro día; uno casi fallece por mi gran idea, pues los padres lo arrojaron del nido y menos mal que lo encontré justo a tiempo y lo devolví sano y salvo. Dos días después sigue vivo. Creo que no fue buena idea y por ahora no voy a intentarlo mas, por lo menos esta nidada, en sucesivas ya veremos.
Así que el primer colorín (machote, espero) que salga tiene ya dueño, mi Abuelo Antonio, que espero lo disfrute muchos años.
Yo seguiré cuidándolos como tan buen resultado creo me está dando. Y disfrutándolos, mientras pueda, toda mi vida, como mi Abuelo.
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