Desde hace tiempo estoy reduciendo mucho mi actividad en este mundillo del "pajareo"; Bueno, realmente reduzco de aquello que no puedo mantener, por falta de tiempo, y una de las medidas que estoy tomando es reducir volumen de animales, pero solo reducir, pues no puedo desprenderme de lo principal, las aves. Si es verdad que cada día las disfruto mas donde es mas correcto hacerlo, en su entorno natural.
Desde luego, de lo que si huyo es del pajareo de concursos y de las mutaciones; Discutía (escribíamos en tono sarcástico), con un conocido compañero de afición (Juan José Martinez), que "la mal llamada Ornitología deportiva" (entrecomillo la definición, por haberla acuñado otro gran criador y conocido, Carlos Cuenca) ni es ornitología (pues la acepción es meramente científica y nada tiene que ver con con la avicultura y menos aun con los concursos sobre fenotipo estandarizado o cante) ni tiene un estatuto jurídico definido o por definir, ciertamente vive en la alegalidad y permisividad, por tratarse de una actividad humana aceptada y muy antigua. Pues bien, yo llevo mucho tiempo intentando alejarme de dicha actividad, simplemente por desinterés, pero si escribo ahora en mi blog sobre ello es por que, como muchas cosas en mi vida, lo sobrellevo con una mezcla de sentimientos encontrados, frustración y nostalgia... y todo ello es debido a unas siglas, AECA.
Hablaba con el gran Francisco Palacios, alias Copito, de que, tras tener un amplio conocimiento de causa sobre la actividad, fruto de hacer criar, cuidar y exponer aves en un (cuatro han sido) concurso "ornitologico" -vuelvo a decir que este acuñamiento es solo debido a la osadía de unos pocos-, por un lado siento profundamente haber tenido que hacerlo con aves anilladas por mi, pero por otro no puedo mas que sentirme orgulloso de algo que existe, en parte, por la cantidad de tiempo y ganas que emplee hace algunos años por esta afición, y eso que nunca ha sido un objetivo personal mio, particular.
No necesito reconocimientos, ni necesito airear a los cuatro vientos mis logros o aportaciones a un mundillo que sin mi seguiría siendo lo mismo, aunque quizás distinto, pero si quiero darle la puntilla a una parte de mi vida a la que este fin de semana (puente del Pilar de 2015), le estoy diciendo adiós. El año pasado en el Concurso internacional de Agapornis de AECA, en el ENCUENTRO AECA, se me reconoció en parte esta labor a la que he hecho referencia:
Este año 2015 el VI Encuentro AECA (O Concurso, según lo mires) se celebra nuevamente en Extremadura:
Pero por primera vez en la historia de AECA, un servidor no va a comparecer. Y como decia, si escribo estas parrafadas es por que en el fondo de mi ser anhelo estar ahi, compartir esos momentos con la gente a la que aprecio y con la que he pasado muy buenos momentos, muchos de los que salen en esta foto del año pasado:
Pero no puede ser, a día de hoy quiero terminar de desprenderme de todo aquello relacionado con la "ornitologia deportiva", concursos, aves mutadas, jaulas de reducidas dimensiones y mercadeo de aves. Es algo muchas veces inevitable, el vender y mandar aves por mensajero (todos tenemos que desprendernos de excedentes o la actividad es imposible de mantener). Tengo mis razones y también una serie de inconvenientes que provocan mi incompatibilidad con asistir a Almendralejo. Pero desde hace unos dias, con todo el movimiento en torno al evento, tanto en redes sociales como a través de mis amigos "pajarracos", no he podido mas que sentir esa nostalgia a la que hago referencia....
Y aquí es donde tengo que pararme
para poder hacer algo de reflexión, de análisis y, porque no, de
reivindicación; Y es que siento enormemente haberme alejado tanto del núcleo
central de la ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE CRIADORES DE AGAPORNIS (A.E.C.A.) , pero
por un solo motivo, por la gente. Si salí en su día fue por salud, mental
principalmente, porque los "trabajos" por amor al arte no podrán
pagarse nunca lo suficiente, no hay evento ni reconocimiento que haga olvidar
los malos ratos pasados; Y ser Secretario fundador durante dos años y luego
vocal -durante otros dos- de esta asociación, me costó sudor, lagrimas y muchos
encontronazos. Y lo peor son los encontronazos con gente a la que aprecias.
Pero no puedo despedirme de esta
fase de mi vida sin reivindicar que gracias en gran parte a un servidor existe
esta Asociación, porque sus estatutos, normas de régimen interno, el
acuñamiento de su nombre y siglas (AECA), su Logo y diseño gráfico
inicial, y muchas cosas más, se deben a las horas sin dormir y trabajo
realizado por el menda, por ALEJANDRO MOLA, pues no solo inventé el nombre de
la propia entidad -sometido siempre a la votación de todos los que lo
iniciamos-, le di forma y lo diseñé en su forma pública, creé un
sistema democrático y participativo gracias a su foro administrativo interno, establecí
un modelo y forma de celebrar las Juntas, asambleas y toma de
decisiones, y lo puse en movimiento prácticamente todo.
Nunca me ha gustado
"fardar" de nada, y como siempre decíamos Ángel -el primer Presidente
de AECA- y un servidor, AECA SOMOS TODOS; pero ahora me toca sacar pecho
de esta parte de mi vida que ha ocupado muchos años y de la que me siento
totalmente orgulloso, pese a que finalmente me esté alejando de ella.
Soy y seré el socio núm. 3
de AECA, socio fundador, y sé que hubiese podido ser el núm. 1, pero desde el
principio me empeñe en ser el Secretario, no el Presidente, pues ese era el
papel que me correspondía, por todo lo que he dicho me tocó trabajar por la
entidad. Y el número es solo algo anecdótico, realmente Ángel fue el primero en
proponerme la idea de crear una Asociación de criadores de Agapornis y David el
segundo, y ambos aceptaron la representación de AECA desde el primer momento,
si a mí me propusieron la idea fue porque sabían de mi conocimiento sobre el
mundo asociativo (no así sobre el asociacionismo ornitológico deportivo, que es
harina de otro costal), y además ellos propusieron también la idea a los demás
de abordo, a prácticamente todos.
Y aquí es donde quiero alardear
de la Asociación, porque gracias a este planteamiento creo que se cumple con la
máxima antes dicha, AECA SON TODOS SUS SOCIOS, de verdad, sin dobleces, con sus
defectos como cualquier sistema, pero abierto y participativo, si bien, humano.
Como humanos somos todos sus socios, los comienzos fueron difíciles, a ciegas,
con más ilusión que conocimiento; y si bien desde el principio contamos con
mucha gente para iniciar los trámites (gente entre las que quiero destacar a un
gran Señor, Pere Carbonell), recuerdo que el foro inicial funcionó durante casi
un año sin apenas actividad, con todo preparado pero sin dar el paso, era
normal que la idea rondara solo en los que propusimos a los demás la idea, pero
la verdad es que la chispa no se encendía (creo que no era la primera
Asociación que se intentaba poner en marcha en España). Y algo la prendió,
repentinamente, un foro público llamado ACE hizo que termináramos de fraguar la
asociación. Recuerdo el día que me llamó Ángel contándome que el foro llevaba
algunos días funcionando y que parecía como una asociación -si bien entonces no
lo era-, y también de hablar de David, que había participado en la creación de
dicho foro, así como con Paco, el ideólogo del mismo, tras ponerme en contacto
David con él, para que participara también en la creación de una Asociación
Española. El caso es que a las pocas semanas, lo que parecía estar estancado, a
falta solo de presentar documentos, se puso en marcha, se firmaron los
estatutos, el acta fundacional y AECA empezó a existir "públicamente"
como la primera Asociación Española de Criadores de Agapornis. y eso, pase lo
que pase en el futuro, será un hecho innegable -le duela también a quien le
duela-.
Creo que en esos momentos empezó
la fase de mi vida a la que ahora digo adiós, por la que escribo esta entrada y
la que estoy ilustrando con fotografías. por eso quiero que el fin de esta fase
termine con lo más importante, el recuerdo de tantas y tantas personas que he
podido conocer gracias a AECA. Y, ojo, que seguiré conociendo por qué no pienso
abandonar nunca el barco, solo disfrutarlo para lo que realmente se planteó,
eso sí, prescindiendo (por ahora, nunca puedes decir de este agua no beberé) de
los concursos.
Por todos ellos y por todo lo que
significa AECA para mi, solo puedo terminar diciendo "pa lante", pues
es la frase que siempre ha alentado a los miembros de la junta Directiva de
AECA, y es lo que tengo que seguir diciéndoles a los que ahora ocupan sus
puestos, porque hagan lo que hagan, bien o mal, siempre van a estar en boca de los
demás, siempre van a tener problemas con gente ajena a AECA y siempre van a
tener que dedicar horas de sus vidas que nada en el mundo puede pagar, menos la
satisfacción de una vez al año ver a los pajarracos y disfrutar de un
ENCUENTRO... Entonces, los Agapornis - y los premios -, son lo de menos.......
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