No sé realmente porque estoy escribiendo esta entrada, no es
normal en mi el extenderme demasiado sobre mi parecer personal acerca de la “afición” a los Agapornis, ni
sobre nada, pues la verdad soy persona de no cerrar mucho mis ideas y buscar
siempre la evolución en todo lo que hago, o en todo caso mi adaptación a
determinadas actividades o situaciones. Por tanto, no me gusta catalogar, ni
criticar, ni mucho menos exteriorizar mis ideas. De hecho, siempre que lo hago
cometo muchos errores, pues suelo (cada vez menos) ser bastante impulsivo y
visceral, lo que le otorga cierto aire de “acidez” a mis comentarios - como muy
bien analizó un magistrado tras leer uno de mis recursos y de lo que tomé buena
nota, para moderarme un poco-, y es que me cuesta aceptar que los burros
vuelan, como por desgracia hay que hacer muchas veces, en muchos ámbitos, pero más aun en el que me da de comer.
Pero en la vida, en cualquier actividad, todo es un ten con
ten y han pasado ya más de 10 años desde que empecé a potenciar esta afición
por las aves (siempre la he tenido, pero nunca la desarrollé antes de acabar mi
carrera universitaria en Granada) y, sinceramente, creo que ha llegado el momento de
aparcarla en el lugar que se merece, en mi aviario, con los animales que
me gustan realmente (me gustan muchos, pero no se puede tener de todo), con
contacto con aquellas personas que considero tienen ese grado de honestidad y
buen hacer necesario para mantener esta afición de forma responsable y, por qué
no, exteriorizar ahora que puedo, y tengo algo de experiencia (10 años realmente no es nada), mi sentir sobre la
afición a cuidar aves psitácidas y, concretamente, Agapornis.
Todos empezamos equivocados, todos nos dejamos llevar por lo
socialmente aceptado, pero en esta afición, como en tantas actividades, nadie
se esfuerza por decirle a los que empiezan que no hagan lo que hacemos los
demás, que no caigan en los mismos errores que cometemos todos. Realmente con
este planteamiento se cae en el mismo error, pues nadie tiene al 100% la verdad
como argumento, todo puede ser condicionado. Por eso hablo de que cada día soy
mas respetuoso con toda forma de entender las cosas, no siendo yo nadie para
intentar convencer a otra persona de que está equivocada.
La cría de Agapornis nace con una clara influencia del mundo
de la canaricultura, tanto en España como en los países donde más se han criado
estas aves, condicionados todos por la “falta de espacio” a la que seguidamente
me referiré. He aquí el primer error,
mantener y criar Agapornis como si de “pájaros” se tratase.
Pero, empecemos analizando que es ser “Criador de Agapornis”.
Por lo pronto NO se es “criador”, pues quien cría realmente son los animales, y
es que las personas cuando iniciamos una actividad ganadera (que no zoológica,
que es lo que debería imperar como concepto) nuestro afán es el de “criar”,
siempre empezamos por el final. Todo ser vivo tiene tres funciones básicas:
nutrición, relación y reproducción; Yo,
a día de hoy, no creo haber llegado a un nivel optimo de tenencia responsable,
en cuanto a los pilares nutrición y relación, ¿cómo voy a considerarme buen
criador?.
Pero como criador, sinceramente, soy el mejor del mundo, nadie
puede negármelo, ¿Por qué?, fácil, porque NO me considero criador de agapornis (solo de mis hijos), porque desde
que criaron mis primeros hámsters (yo tenía 8 o 9 años) y caí en mi primer error (no separar
al macho de la jaula), siempre me he preocupado por intervenir lo mínimo
posible en la cría de mis "bichos". Los nidos de mis Agapornis, desde que pongo
el nido hasta que hay que anillar al primer pollo, solo los abro 1 vez por semana,
el mismo día y a la misma hora, y los pollos solo los toco para poner la anilla
(momentos en los que tengo que abrir los nidos cada 48 h.). Y aunque la verdad es que solo una especie de
aves no se ha reproducido bajo mis cuidados (Forpus conscispillatus), todas las
demás especies han cumplido con esta función vital en mi aviario; Pero tampoco
lo he hecho bien con ellos, muchas veces los he forzado a hacer algo que, en
estado natural, no harían y el hecho de
que mis aves se reproduzcan de forma satisfactoria tiene una simple y llana explicación,
si algo me inspira y satisface en esta afición es el mejorar el “estilo de
vida” de mis animales, siempre busco el ampliar sus instalaciones, el mejorar
los elementos “naturales” que introducir en ellas y, evidentemente, mejorar su alimentación
para asimilarla, lo máximo posible, a la natural. Precisamente por eso creo que
me queda muchísimo por aprender y por mejorar, porque sigo cayendo en las
rutinas y en el conformismo, pero ello se debe, claramente, a la falta de
tiempo; pues el tiempo es algo que hay que distribuir entre todas nuestras
actividades.
Es por eso que, dedicando como dedico, diariamente, y como
mínimo, de 1 a 2 horas prorrateadas (en los ratos libres) para el cuidado de mis Animales (y me falta tiempo, pues ademas de loa Agapornis tengo dos tortugas y una perra), con el pedazo de
instalaciones que tengo (y que sigo mejorando),
creo ha llegado el momento de centrarme solo en disfrutar de ellos y no
considerarlos más una carga. Pero para eso debo abandonar definitivamente los
malos hábitos, esos que se adquieren cuando empiezas.
Y es que si son una carga, me estresa sobremanera la época
de cría (casi tanto como a las hembras de Agapornis) por varios motivos: primero porque requiere
mucho más tiempo para limpieza y alimentación, segundo porque casi no veo a las
aves (metidas en los nidos) y,
principalmente, por que me estresa, más que nada, el tener que darle salida a los
excedentes. He aquí la cuestión, reproducción significa que una pareja de aves
se convierte en hasta ocho ejemplares, como tengo yo ahora una pareja de
A.nigrigenis, con 6 crías de una sola puesta (realmente pueden ser mas, hay excepciones...). Como gestionar estas situaciones
es a lo que nadie nos enseñan, todo lo contrario, cuando se inicia esta
actividad, todos caemos en los mismos errores y hacemos mal las mismas cosas.
Es aquí donde empiezo a pensar en voz alta sobre cuestiones
que todo el mundo debe considerar en algún momento si llega a un buen nivel
dentro de la afición. A día de hoy no tengo licencia de Nucleo Zoologico, pues
hace 4 o 5 años decidí no ser conejillo de indias de la Junta de Andalucía, que
exigía una cartilla sanitaria por animal y una medicación preventiva que
considero es contraproducente e innecesaria, pero esto es algo que voy a
solucionar en breve. No obstante llegado a este punto si tengo que decir que el
Núcleo Zoológico es una mera licencia administrativa que no es necesaria si
sabemos llevar bien la afición como lo que es, una actividad no profesional.
Ahora, dentro de mis “amistades” pajariles existen muchos perfiles (cada uno
hijo de su padre y de su madre) y, sinceramente, muchos de ellos deberían
replantearse el solicitar dicha licencia. No voy a poner un número exacto de
ejemplares (de hecho la legislación en España no es ni unánime ni clara al
respecto), pero creo que en el momento
que alguien tiene mas de una pareja de aves, que cría regularmente con ellas y
que las “vende” (cede o regala, da igual) debería plantearse
obtener dicha licencia.
Y es que hablamos de especies exóticas (no autóctonas),
hablamos de especies ornamentales o mascotas (de compañía), que van a parar a familias o
personas que pueden adquirir esos malos hábitos que transmiten los “criadores”, y hablamos que una vez introducido en el mundillo te das cuenta de la
desorganización y desinformación que existe en esta afición.
Todos deberíamos empezar por aprender que especie es la que
tratamos, cual es su hábitat natural ,
su alimentación, su relación con los de su propia especie y otras (vegetales y
animales) dentro de su biotopo, y no iniciarnos
de la forma en que lo hace casi todo el mundo al recibir su primera pareja,
preguntando “¿Cuándo le pongo el nido?”.
Consecuencia, sinceramente y le duela a quien le duela, que a día de hoy no existe
una afición de calidad, y quien ya esté iniciado en el mundillo sabrá que
existen muchos ejemplares de Agapornis que tiene como hándicap (negativo, se
entiende) cualquiera de estos problemas: exceso de selección (tamaños no
naturales), de hibridación, de mutaciones, de consanguinidad, falta
de control genético, humanización
excesiva (la moda de los papilleros sigue haciendo mucho daño), pero también
sabrán de gente que nunca analiza sus ejemplares, ni les practica cuarentenas,
ni se preocupan por alimentarlos bien (variado), que los tienen los 365 días del año en
un jaula o que cría con ellos en jaulas con apenas 50 cm. de vuelo horizontal,
los que nunca ofrecen ni un rayo de sol a sus animales(ni sustitutivo artificial), ni un juguete, ni una rama fresca, los que nunca se han
preocupado de apuntar ni un solo dato de sus ejemplares, los que marcan las
aves con anillas del año siguiente (faltando hasta dos y tres meses) para poder
“competir” con ellas, los que dejan criar a sus aves más de 2 o 3 veces al año
(que ya es decir), los que los venden
cuando ni siquiera han emplumado, y así
un largo etc. de malos hábitos que se me han ido ocurriendo sobre la marcha….
Y es que la afición no ha evolucionado en muchas cosas desde
hace mucho tiempo. Existen por internet fotografías de aviarios de
canaricultores de principios del siglo XX que no difieren lo mas mínimo de
aviarios actuales (de psitácidas, que no son comparables, pese a ser también aves).
Yo entiendo los motivos que expone todo el mundo cuando se habla sobre el tema
y, como un familiar mío que siempre lo dice, no soy precisamente el más
indicado para criticar a estas personas, pues dispongo de unas instalaciones
suficientemente amplias para poder alojar a mis animales en condiciones, pero trataré de resumirlo en un concepto: yo tengo las aves que me permiten mis
instalaciones y aun así, me sobran aves. Entiendo a quien me dice que tiene que
tener las aves en jaulas de un metro de largo partidas por la mitad, porque no tiene más espacio; por eso a todos esos les digo siempre que, si
ese es su espacio, que no tengan esas aves, que reduzcan, por lo pronto, a la
mitad. Entiendo a quien me dice que si no les dejan criar a los Agapornis, ¿para que los quieren?, que “lo bonito es verlos criar” (justificando sobre todo las nidadas seguidas) o comentarios del estilo, pero a todos esos les
digo “móntate una granja tío, no eres criador, eres granjero”.
Y es que mucha gente dice que no, pero el tema de vender
aves, fiscalidad y demás consecuencias
derivadas de estos actos, creo es algo que nos afecta a todos, pues
todos vendemos (o cedemos) excedentes, yo regalo
también unos cuantos (a quien me da la gana, para cortar suspicacias), y todo
ello lo hago sin declarar ni un céntimo, porque simplemente esto, para mí, no es una
actividad económica, ni para mí ni para la inmensa mayoría (me cuesta mucho
dinero mantenerla, en condiciones, se entiende), pero si entiendo que puede ser muy
rentable, pues conozco igualmente a criadores de mutaciones “caras” y “nuevas”
que van a hacer caja, eso sí, durante una temporada, luego entiendo que también
se cansen, porque a la larga no es satisfactorio convertir una afición en un negocio, es un graso error. Ello significa que, realmente,
mientras no te dediques profesionalmente a ello (como las granjas asiáticas de
Agapornis cuyos ejemplos podemos encontrar en internet) para todos los demás esto no deja de ser una
afición y, como tal, deberíamos saber llevarla de una forma mas sostenible, priorizando lo realmente importante (que no es CRIAR).
Hablo de sostenibilidad de la afición por una sencilla
razón, yo procuro ir formándome y mejorando, con el esfuerzo e ilusión que ello
supone, pero a la vista del estado generalizado en el que nos encontramos (por
lo menos en España, en otros países hay otro tipo de conciencias) la situación
puede volcar a peor en cualquier momento. El panorama es desolador, las únicas
instituciones que encontramos que defiendan intereses colectivos de las
personas que formamos parte de este
mundillo son de carácter privado, si bien la gente tiende a otorgarle un grado
de “calidad” y de “oficialidad” al hecho de tener un número dentro de alguna de
estas instituciones. Lo peor de todo es que, como en muchos sectores de este
mundo altamente industrializado y consumista, estas instituciones (que no
tienen mas que su propia personalidad jurídica, pero siempre hablando de un
ámbito totalmente privado) están
altamente corrompidas y en sus filas directivas (especialmente en las altas esferas, donde mas "dinero" se maneja) subyacen intereses que difieren
radicalmente del espíritu con que se formaron las propias instituciones. Yo he
formado parte de alguna y, precisamente porque la gente que las fundamos (hablo
de las mías) no teníamos esos intereses espurios, a día de hoy disfruto de mi
simple condición de numerario de las que, sinceramente, creo que cumplen
correctamente sus funciones y no ocultan otros intereses personales de unos pocos (las labores de representación y dirección nunca
serán valoradas y a todos nos queman…, menos a los que sacan tajada, claro,
esos no quieren perder su “sitio”).
Respecto a su regulación jurídica, puedo hablar también con conocimiento
de causa, para afirmar que baste une pequeña mecha para incendiar toda una
afición y convertirnos a todos en “ilegales”. A día de hoy muchos podemos
considerarnos “alegales”, pues no existen normas que describan ni fomenten las
buenas prácticas en nuestra afición y las que existen son contradictorias entre
sí o, simplemente, tienen una motivación meramente política o económica (como
una gran parte de nuestro ordenamiento jurídico) , pero eso cambiará
(contraproducente-mente para nosotros) si
no cambiamos nosotros primero.
Quizás sean muchos aspectos, quizás debiera dejar esta entrada abierta para una segunda entrega (o sucesivas, pues son muchos los
detalles), pero básicamente he resumido de una sentada el por qué de mi decisión de escribir sobre el
tema, porque yo pretendo mejorar hasta el día de mi muerte, porque eso es una
máxima en mi día a día, en todos los aspectos de mi vida, y porque si a alguien le sirve de algo o se
siente identificado con algo de lo que he expresado, solo tiene que pensar en una
cosa ”si fuera un Agapornis, ¿como me gustaría vivir? (sabiendo lo que se)”,
solo quizás, de esa forma, algún día, pueda llegar a ser un buen “cuidador” de
Agapornis. Para todo lo demás, “al Cesar
lo que es de Cesar”.
PD: Sobre la respuesta a esta pregunta, alguien habrá podido
pensar que la mejor respuesta sería: “volando libre”, como no, pero para eso,
lo responsable y lo lógico es pensar que “libres”, “libres”, deben ser aquellos
ejemplares que viven en sus lugares de origen, en África, no aquí en España o en cualquier otro lugar donde deben seguir
considerándose exóticos, porque si alguna mala práctica (junto a los
papilleros) puede hacer daño a esta afición, es aquella que puede ocasionar el
que a las especies de Agapornis se les considere “especies invasoras”, como ya
ocurre con algunas otras. Y sería realmente irónico que estas especies sobreviviesen
en cautividad o de forma alóctona y, por otro lado, se extinguieran en sus lugares de origen, como está sucediendo con los A.nigrigenis y los A.lilianae.
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Todo está en nuestra mano, así que, los que empezáis, no lo hagáis
sin antes INFORMAROS BIEN y estar bien preparados para poder cuidar de estos "LOROS". Creo que, en el fondo, este era el único mensaje de
mi gran parrafada, porque no me cansaré de decir y de pensar que, realmente, no se nada… que hay
mucho por aprender.