lunes, 18 de mayo de 2015

Mutaciones 2015

Hace no mucho tiempo colgué una entrada sobre "verdes" (Ver entrada "Verde 22"), contando que ya no tenia Agapornis que no fueran de ese color, no así "mutados", ya que este año aun conservaba 8 especímenes con mutaciones.


Y como no, les he dejado criar. En A.nigrigenis solo tenia dos parejas con mutaciones, una sabía perfectamente que me daría ejemplares en mutación Misty SF, y nada mas, por que son ejemplares que llevan conmigo mucho tiempo. La otra tenia el handicap de que la hembra si la conocía, pero al macho no, fue un regalo de un amigo y como buen regalo no le miré el "diente". Sabia que tenia un factor de oscuridad que ha resultado violeta, pero sobre un verde misty sf nada mas podía saber, aunque si sospechar.

Resultado, que tengo dos pollos azul violeta, uno de ellos arlequín, un verde violeta y cuatro misty sf (la primera pareja no falló).

Y aunque siempre es agradable ver ejemplares de estas características, prefiero mantener solo mis ejemplares ancestrales. Por lo que estos pollos de 2015 espero que, definitivamente, sean los últimos con mutaciones que nazcan en mi aviario, ya lo tengo claro y espero que tras el verano queden solo dos ejemplares con mutaciones, ambos por edad, ya que deben morir aquí, cuando llegue su día; Mientras los cuidaré como se merecen.




lunes, 4 de mayo de 2015

Disertar sobre pajareo


No sé realmente porque estoy escribiendo esta entrada, no es normal en mi el extenderme demasiado sobre mi parecer personal acerca de la “afición” a los Agapornis, ni sobre nada, pues la verdad soy persona de no cerrar mucho mis ideas y buscar siempre la evolución en todo lo que hago, o en todo caso mi adaptación a determinadas actividades o situaciones. Por tanto, no me gusta catalogar, ni criticar, ni mucho menos exteriorizar mis ideas. De hecho, siempre que lo hago cometo muchos errores, pues suelo (cada vez menos) ser bastante impulsivo y visceral, lo que le otorga cierto aire de “acidez” a mis comentarios - como muy bien analizó un magistrado tras leer uno de mis recursos y de lo que tomé buena nota, para moderarme un poco-, y es que me cuesta aceptar que los burros vuelan, como por desgracia hay que hacer muchas veces, en muchos ámbitos, pero más aun en el que me da de comer.


Pero en la vida, en cualquier actividad, todo es un ten con ten y han pasado ya más de 10 años desde que empecé a potenciar esta afición por las aves (siempre la he tenido, pero nunca la desarrollé antes de acabar mi carrera universitaria en Granada) y, sinceramente, creo que ha llegado el momento de aparcarla en el lugar que se merece, en mi aviario, con los animales que me gustan realmente (me gustan muchos, pero no se puede tener de todo), con contacto con aquellas personas que considero tienen ese grado de honestidad y buen hacer necesario para mantener esta afición de forma responsable y, por qué no, exteriorizar ahora que puedo, y tengo algo de experiencia (10 años realmente no es nada), mi sentir sobre la afición a cuidar aves psitácidas y, concretamente, Agapornis.

Todos empezamos equivocados, todos nos dejamos llevar por lo socialmente aceptado, pero en esta afición, como en tantas actividades, nadie se esfuerza por decirle a los que empiezan que no hagan lo que hacemos los demás, que no caigan en los mismos errores que cometemos todos. Realmente con este planteamiento se cae en el mismo error, pues nadie tiene al 100% la verdad como argumento, todo puede ser condicionado. Por eso hablo de que cada día soy mas respetuoso con toda forma de entender las cosas, no siendo yo nadie para intentar convencer a otra persona de que está equivocada.

La cría de Agapornis nace con una clara influencia del mundo de la canaricultura, tanto en España como en los países donde más se han criado estas aves, condicionados todos por la “falta de espacio” a la que seguidamente me referiré.  He aquí el primer error, mantener y criar Agapornis como si de “pájaros” se tratase.

Pero, empecemos analizando que es ser “Criador de Agapornis”. Por lo pronto NO se es “criador”, pues quien cría realmente son los animales, y es que las personas cuando iniciamos una actividad ganadera (que no zoológica, que es lo que debería imperar como concepto) nuestro afán es el de “criar”, siempre empezamos por el final. Todo ser vivo tiene tres funciones básicas: nutrición, relación y reproducción;  Yo, a día de hoy, no creo haber llegado a un nivel optimo de tenencia responsable, en cuanto a los pilares nutrición y relación, ¿cómo voy a considerarme buen criador?.

Pero como criador, sinceramente, soy el mejor del mundo, nadie puede negármelo, ¿Por qué?, fácil, porque NO me considero criador de agapornis (solo de mis hijos), porque desde que criaron mis primeros hámsters (yo tenía 8 o 9 años) y caí en mi primer error (no separar al macho de la jaula), siempre me he preocupado por intervenir lo mínimo posible en la cría de mis "bichos". Los nidos de mis Agapornis, desde que pongo el nido hasta que hay que anillar al primer pollo, solo los abro 1 vez por semana, el mismo día y a la misma hora, y los pollos solo los toco para poner la anilla (momentos en los que tengo que abrir los nidos cada 48 h.).  Y aunque la verdad es que solo una especie de aves no se ha reproducido bajo mis cuidados (Forpus conscispillatus), todas las demás especies han cumplido con esta función vital en mi aviario; Pero tampoco lo he hecho bien con ellos, muchas veces los he forzado a hacer algo que, en estado natural, no harían y el hecho de que mis aves se reproduzcan de forma satisfactoria tiene una simple y llana explicación, si algo me inspira y satisface en esta afición es el mejorar el “estilo de vida” de mis animales, siempre busco el ampliar sus instalaciones, el mejorar los elementos “naturales” que introducir en ellas y, evidentemente, mejorar su alimentación para asimilarla, lo máximo posible, a la natural. Precisamente por eso creo que me queda muchísimo por aprender y por mejorar, porque sigo cayendo en las rutinas y en el conformismo, pero ello se debe, claramente, a la falta de tiempo; pues el tiempo es algo que hay que distribuir entre todas nuestras actividades.



Es por eso que, dedicando como dedico, diariamente, y como mínimo, de 1 a 2 horas prorrateadas (en los ratos libres) para el cuidado de mis Animales (y me falta tiempo, pues ademas de loa Agapornis tengo dos tortugas y una perra), con el pedazo de instalaciones que tengo (y que sigo mejorando),  creo ha llegado el momento de centrarme solo en disfrutar de ellos y no considerarlos más una carga. Pero para eso debo abandonar definitivamente los malos hábitos, esos que se adquieren cuando empiezas.

Y es que si son una carga, me estresa sobremanera la época de cría (casi tanto como a las hembras de Agapornis) por varios motivos: primero porque requiere mucho más tiempo para limpieza y alimentación, segundo porque casi no veo a las aves (metidas en los nidos) y, principalmente, por que me estresa, más que nada, el tener que darle salida a los excedentes. He aquí la cuestión, reproducción significa que una pareja de aves se convierte en hasta ocho ejemplares, como tengo yo ahora una pareja de A.nigrigenis, con 6 crías de una sola puesta (realmente pueden ser mas, hay excepciones...). Como gestionar estas situaciones es a lo que nadie nos enseñan, todo lo contrario, cuando se inicia esta actividad, todos caemos en los mismos errores y hacemos mal las mismas cosas.

Es aquí donde empiezo a pensar en voz alta sobre cuestiones que todo el mundo debe considerar en algún momento si llega a un buen nivel dentro de la afición. A día de hoy no tengo licencia de Nucleo Zoologico, pues hace 4 o 5 años decidí no ser conejillo de indias de la Junta de Andalucía, que exigía una cartilla sanitaria por animal y una medicación preventiva que considero es contraproducente e innecesaria, pero esto es algo que voy a solucionar en breve. No obstante llegado a este punto si tengo que decir que el Núcleo Zoológico es una mera licencia administrativa que no es necesaria si sabemos llevar bien la afición como lo que es, una actividad no profesional. Ahora, dentro de mis “amistades” pajariles existen muchos perfiles (cada uno hijo de su padre y de su madre) y, sinceramente, muchos de ellos deberían replantearse el solicitar dicha licencia. No voy a poner un número exacto de ejemplares (de hecho la legislación en España no es ni unánime ni clara al respecto), pero creo que en el momento que alguien tiene mas de una pareja de aves, que cría regularmente con ellas y que las “vende”  (cede o regala, da igual) debería plantearse obtener dicha licencia.

Y es que hablamos de especies exóticas (no autóctonas), hablamos de especies ornamentales o mascotas (de compañía), que van a parar a familias o personas que pueden adquirir esos malos hábitos que transmiten los “criadores”, y hablamos que una vez introducido en el mundillo te das cuenta de la desorganización y desinformación que existe en esta afición.

Todos deberíamos empezar por aprender que especie es la que tratamos, cual es su hábitat natural , su alimentación, su relación con los de su propia especie y otras (vegetales y animales) dentro de su biotopo, y no iniciarnos de la forma en que lo hace casi todo el mundo al recibir su primera pareja, preguntando  “¿Cuándo le pongo el nido?”. Consecuencia, sinceramente y le duela a quien le duela, que a día de hoy no existe una afición de calidad, y quien ya esté iniciado en el mundillo sabrá que existen muchos ejemplares de Agapornis que tiene como hándicap (negativo, se entiende) cualquiera de estos problemas: exceso de selección (tamaños no naturales), de hibridación, de mutaciones, de consanguinidad, falta de control genético, humanización excesiva (la moda de los papilleros sigue haciendo mucho daño), pero también sabrán de gente que nunca analiza sus ejemplares, ni les practica cuarentenas, ni se preocupan por alimentarlos bien (variado), que los tienen los 365 días del año en un jaula o que cría con ellos en jaulas con apenas 50 cm. de vuelo horizontal, los que nunca ofrecen ni un rayo de sol a sus animales(ni sustitutivo artificial), ni un juguete, ni una rama fresca, los que nunca se han preocupado de apuntar ni un solo dato de sus ejemplares, los que marcan las aves con anillas del año siguiente (faltando hasta dos y tres meses) para poder “competir” con ellas, los que dejan criar a sus aves más de 2 o 3 veces al año (que ya es decir), los que los venden cuando ni siquiera han emplumado, y así un largo etc. de malos hábitos que se me han ido ocurriendo sobre la marcha….

Y es que la afición no ha evolucionado en muchas cosas desde hace mucho tiempo. Existen por internet fotografías de aviarios de canaricultores de principios del siglo XX que no difieren lo mas mínimo de aviarios actuales (de psitácidas, que no son comparables, pese a ser también aves). Yo entiendo los motivos que expone todo el mundo cuando se habla sobre el tema y, como un familiar mío que siempre lo dice, no soy precisamente el más indicado para criticar a estas personas, pues dispongo de unas instalaciones suficientemente amplias para poder alojar a mis animales en condiciones, pero trataré de resumirlo en un concepto: yo tengo las aves que me permiten mis instalaciones y aun así, me sobran aves. Entiendo a quien me dice que tiene que tener las aves en jaulas de un metro de largo partidas por la mitad,  porque no tiene más espacio;  por eso a todos esos les digo siempre que, si ese es su espacio, que no tengan esas aves, que reduzcan, por lo pronto, a la mitad. Entiendo a quien me dice que si no les dejan criar a los Agapornis, ¿para que los quieren?, que “lo bonito es verlos criar” (justificando sobre todo las nidadas seguidas) o comentarios del estilo, pero a todos esos les digo “móntate una granja tío, no eres criador, eres granjero”.

Y es que mucha gente dice que no, pero el tema de vender aves, fiscalidad y demás consecuencias  derivadas de estos actos, creo es algo que nos afecta a todos, pues todos vendemos (o cedemos) excedentes, yo regalo también unos cuantos (a quien me da la gana, para cortar suspicacias), y todo ello lo hago sin declarar ni un céntimo, porque simplemente esto, para mí, no es una actividad económica, ni para mí ni para la inmensa mayoría (me cuesta mucho dinero mantenerla, en condiciones, se entiende), pero si entiendo que puede ser muy rentable, pues conozco igualmente a criadores de mutaciones “caras” y “nuevas” que van a hacer caja, eso sí, durante una temporada, luego entiendo que también se cansen, porque a la larga no es satisfactorio convertir una afición en un negocio, es un graso error. Ello significa que, realmente, mientras no te dediques profesionalmente a ello (como las granjas asiáticas de Agapornis cuyos ejemplos podemos encontrar en internet)  para todos los demás esto no deja de ser una afición y, como tal, deberíamos saber llevarla de una forma mas sostenible, priorizando lo realmente importante (que no es CRIAR).

Hablo de sostenibilidad de la afición por una sencilla razón, yo procuro ir formándome y mejorando, con el esfuerzo e ilusión que ello supone, pero a la vista del estado generalizado en el que nos encontramos (por lo menos en España, en otros países hay otro tipo de conciencias) la situación puede volcar a peor en cualquier momento. El panorama es desolador, las únicas instituciones que encontramos que defiendan intereses colectivos de las personas que formamos parte de este mundillo son de carácter privado, si bien la gente tiende a otorgarle un grado de “calidad” y de “oficialidad” al hecho de tener un número dentro de alguna de estas instituciones. Lo peor de todo es que, como en muchos sectores de este mundo altamente industrializado y consumista, estas instituciones (que no tienen mas que su propia personalidad jurídica, pero siempre hablando de un ámbito totalmente privado) están altamente corrompidas y en sus filas directivas (especialmente en las altas esferas, donde mas "dinero" se maneja) subyacen intereses que difieren radicalmente del espíritu con que se formaron las propias instituciones. Yo he formado parte de alguna y, precisamente porque la gente que las fundamos (hablo de las mías) no teníamos esos intereses espurios, a día de hoy disfruto de mi simple condición de numerario de las que, sinceramente, creo que cumplen correctamente sus funciones y no ocultan otros intereses personales de unos pocos (las labores de representación y dirección nunca serán valoradas y a todos nos queman…, menos a los que sacan tajada, claro, esos no quieren perder su “sitio”).  Respecto a su regulación jurídica, puedo hablar también con conocimiento de causa, para afirmar que baste une pequeña mecha para incendiar toda una afición y convertirnos a todos en “ilegales”. A día de hoy muchos podemos considerarnos “alegales”, pues no existen normas que describan ni fomenten las buenas prácticas en nuestra afición y las que existen son contradictorias entre sí o, simplemente, tienen una motivación meramente política o económica (como una gran parte de nuestro ordenamiento jurídico) , pero eso cambiará (contraproducente-mente para nosotros)  si no cambiamos nosotros primero.


Quizás sean muchos aspectos, quizás debiera dejar esta entrada abierta para una segunda entrega (o sucesivas, pues son muchos los detalles), pero básicamente he resumido de una sentada el  por qué de mi decisión de escribir sobre el tema, porque yo pretendo mejorar hasta el día de mi muerte, porque eso es una máxima en mi día a día, en todos los aspectos de mi vida,  y porque si a alguien le sirve de algo o se siente identificado con algo de lo que he expresado, solo tiene que pensar en una cosa ”si fuera un Agapornis, ¿como me gustaría vivir? (sabiendo lo que se)”, solo quizás, de esa forma, algún día, pueda llegar a ser un buen “cuidador” de Agapornis.  Para todo lo demás, “al Cesar lo que es de Cesar”.



PD: Sobre la respuesta a esta pregunta, alguien habrá podido pensar que la mejor respuesta sería: “volando libre”, como no, pero para eso, lo responsable y lo lógico es pensar que “libres”, “libres”, deben ser aquellos ejemplares que viven en sus lugares de origen, en África, no aquí en España o  en cualquier otro lugar donde deben seguir considerándose exóticos, porque si alguna mala práctica (junto a los papilleros) puede hacer daño a esta afición, es aquella que puede ocasionar el que a las especies de Agapornis se les considere “especies invasoras”, como ya ocurre con algunas otras. Y sería realmente irónico que estas especies sobreviviesen en cautividad o de forma alóctona y, por otro lado, se extinguieran en sus lugares de origen, como está sucediendo con los A.nigrigenis y los A.lilianae.

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Todo está en nuestra mano, así que, los que empezáis, no lo hagáis sin antes INFORMAROS BIEN y estar bien preparados para poder cuidar de estos "LOROS". Creo que, en el fondo, este era el único mensaje de mi gran parrafada, porque no me cansaré de decir y de pensar que, realmente, no se nada… que hay mucho por aprender.